ATLÁNTICA

ATLÁNTICA

La producción escultórica de Chirino se extiende y agrupa cronológicamente de acuerdo a motivos concretos, cuyo referente se encuentra siempre y en último término en la naturaleza y el mundo real, en los que insiste durante un tiempo prolongado hasta agotar todas sus posibilidades expresivas.

No todas las obras de la madurez de Chirino tienen su origen en una línea en espiral. A finales de los años ochenta el escultor comienza a trabajar con planchas de hierro planas que moldea a su antojo, plegando y desplegando, insistiendo en el crecimiento natural de la obra desde la tierra misma (como ciclo e identidad). De la plancha proceden sus alusiones al paisaje, como en la serie Atlántica, que se inclina sobre la tierra y se hace eco de las formas del océano. Estas masas, que tienden a la horizontalidad, se afirman en el suelo como contrapartida al vuelo de los aeróvoros, y son polémicas dentro de su equilibrio y del juego de dudas que plantean, afirmando y negando su propia continuidad de crecimiento.

Las propiedades del hierro se acentúan, en especial las tonalidades de tierra y fuego de su superficie. A través de su trabajo, Chirino establece un doble juego entre tradición y modernidad, por una parte, y, por otra, de la identidad atlántica inserta en una esfera internacional.

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