GRABADOS
Si el origen del grabado se remonta al Renacimiento, en el siglo XX muchos de los escultores más importantes fueron también grabadores, y algunos de ellos muy prolíficos y comprometidos con esta disciplina, como es el caso de Martín Chirino, que cuenta con unos 100 grabados editados. Mientras que las superficies relativamente planas de los grabados no parecía que pudiesen ofrecer incentivos significativos al artista cuya visión se afirmaba de forma natural en lo tridimensional, la realidad es que existe en sus grabados una fuga que tiende a la tercera dimensión. A diferencia de los dibujos o de los carnets para esculturas, los grabados son realizados como algo genuino y completamente nuevo. Martín Chirino se adentró en el grabado por el placer o el desafío que suponía tener la oportunidad de confrontar su capacidad creativa con nuevos materiales y técnicas, y llegar a otros públicos. Para los escultores, que deben tener en cuenta para sus obras las relaciones abstractas entre conceptos como masa, peso y los efectos formales y psicológicos de formas positivas y negativas, el grabado ofrece la posibilidad estimulante de trabajar ideas antes o de forma pareja a la producción de una escultura.