EL VIENTO SOLANO
En el trabajo de Chirino, la escultura va siempre más allá de su volumen y de su peso. Es, ante todo, su proyección; penetra y transforma el espacio que la rodea. Se trata de una manipulación del hierro como soporte de un lenguaje plástico específico, es decir que solo podía llevarse a cabo con hierro forjado. La materia esculpida se proyecta más allá de sí misma.
Afrontar El Viento es abrazarse intensamente con la dificultad misma: abordar, mediante una nueva práctica, un concepto de escultura que asocia la materia inalterable a la estabilidad, a la suspensión del tiempo. Y para expresar lo contrario, el aliento que nada detiene. Una pujanza violenta pero inmaterial. Chirino incluso lleva la contradicción hasta el extremo esculpiendo un Sueño.
Según su catálogo razonado, publicado por el Museo Reina Sofía, su primer Viento data de 1959. Ya era una espiral, tema fetiche para él, inspirado en el arte aborigen de Canarias, de donde procede. Pero es una espiral que lleva toda una historia en su martilleo. Estirada sobre sí misma de forma desigual en el sentido de las agujas del reloj, como sometida a terribles presiones antes de ofrecer una salida.
Después de casi medio siglo y de innumerables espirales, tanto las más diversas torsiones imaginables como, al contrario, regulares, El Viento de hoy aparece perfectamente enrollado de derecha a izquierda, nos arrastra a su profundidad y se cierra. Su tamaño hace que se proyecte aún mejor en el espacio circundante.
El Viento Solano se contradice por su extrema ligereza, el ímpetu grandioso, la escritura en el espacio de la curva depurada; como si aquí tuviéramos, en una sola obra, los dos horizontes del trabajo de Chirino.
Martín Chirino no pasó por alto dar una réplica actualizada a la iconografía que ha acompañado al Quijote a lo largo de su historia, uno de los mitos literarios más poderosos que ha proporcionado nuestra cultura. Y para ello, se sirvió de una de las interpretaciones sobre el Viento, Los Solanos, como parte de la gran lección de Julio González: Dibujar en el espacio. Lo que le llevó a crear una obra de centro grávido pero que se aligera hasta parecer levitar. «La espiral de hierro, material que se había vuelto muy denso en mi trayectoria se abre para flotar en el espacio, como el horizonte distorsionado del sueño que siempre he perseguido Escultura que demanda la libertad para ser sí misma. Alisios, Alfaguaras y Solanos, en definitiva, toda mi obra es deudora de esta espiral del hierro cerrada en su punto de partida, que se extiende y planea para que la materia de estas esculturas sugiera la simulación de levedad, ligereza y la libertad a la que aspiran todas mis obras».
EL VIENTO SOLANO
In Chirino’s works, sculpture always goes beyond its volume and weight. It is, above everything, its projection: it penetrates and transforms the space surrounding it. It is a manipulation of iron as a base for a specific artistic language, meaning it could only be done with cast iron. The sculptured material projects well beyond itself.
To take on El Viento is to embrace difficulty itself tightly: to take on, in a new way, a concept of culture that associates an unalterable material with stability, and with the suspension of time. And also to express just the opposite: the breath nothing can stop, a violent but immaterial force. Chirino even takes this contradiction to the extreme by carving out a Dream.
According to his reasoned catalogue published by the Reina Sofía Museum, his first Viento dates from 1959. It was already a spiral, quite a fetish for him, inspired by Canarian aboriginal art, from where it originates. But it is a spiral that carries a whole story in its pounding. Stretched over itself in an uneven manner in a clockwise position, as if it was subject to some terrible pressures before offering a way out.
Nearly half a century and an endless amount of spirals later, with both the most diverse contorsions imaginable, as well as, quite the contrary, other regular ones, El Viento today appears perfectly wrapped up from right to left, as it drags us down to its depths and closes within. Its size makes it to project itself even better in the surrounding space.
The Viento Solano contradicts itself due to its extreme lightness, its majestic momentum, the writing in the space of its pristine curve, as if we had the two horizons of Chirino’s work in one single piece, before us.
Martín Chirino didn’t overlook to provide an updated replica to the iconography that accompanied Don Quixote throughout his story, one of the most powerful cultural myths our culture has ever produced. For this he made use of one of the interpretations of the Viento, los Solanos, as part of the great lesson by Julio González: “drawing in space”, which led him to create a work with a weighed down centre but which lightened up to almost look like it was levitating. “The iron spiral, the material that had become really dense in my trajectory, opens up and floats away in space, like the distorted horizon in a dream that I have always chased Sculpture that demands the freedom to be itself. Alisios, Alfaguaras and Solanos, my whole work in fact is indebted to this iron spiral enclosed at its starting point, which stretches out and glides so that the material of these sculptures suggests the simulation of levity, lightness and the freedom that all my works aspire to”.